¿Será que Dios siempre escucha y contesta mis oraciones?

Pero cuando pedimos aquellas cosas que la divina sabiduría no desea para nosotros, entonces no hay respuesta a nuestra oración. Su sabiduría no aprueba lo que deseamos. Nosotros rogamos: “¡Oh Dios, hazme rico!”. Si esta oración fuese universalmente respondida, los asuntos humanos quedarían detenidos. No habría nadie para trabajar en las calles, nadie para trabajar el suelo, nadie para edificar, nadie para conducir los trenes. Por tanto, es evidente que no sería bueno para nosotros que todas las oraciones fueran respondidas. Los asuntos del mundo quedarían interferidos, las energías inutilizadas, y se impediría el progreso. Pero cualquier cosa que pidamos que esté de acuerdo con la divina sabiduría, Dios nos la otorgará. ¡Seguramente!

Por ejemplo, un paciente muy débil puede pedirle a su médico que le dé alimento que podría ser muy peligroso para su vida y condición. Podría rogar que le permita comer carne asada. El médico es bondadoso y sabio. Sabe que ello sería peligroso para su paciente, por lo cual se niega a permitirlo. El médico es misericordioso, el paciente ignorante. Gracias a la benevolencia del médico, el paciente se recupera, su vida es salvada. Sin embargo, el paciente puede exclamar que el médico es cruel, que no es bondadoso porque se niega a satisfacer su súplica.

‘Abdu’l-Bahá, La Promulgación de la Paz Universal, p. 249

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