No escuches la maldad, ni mires la maldad

¡OH COMPAÑERO DE MI TRONO!

No escuches la maldad, ni mires la maldad, no te rebajes ni suspires ni te lamentes. No digas nada malo para que eso mismo no llegue a tus oídos, no agrandes las faltas de los demás para que tus propias faltas no sean agrandadas, no desees la humillación de nadie, para que no sea expuesta tu propia humillación. Vive entonces los días de tu vida, que son más que un momento efímero, con mente limpia, corazón sin mancha, pensamientos puros y carácter santificado, para que libre y contento te desprendas de este cuerpo mortal, te encamines hacia el paraíso místico y habites para siempre en el reino inmortal.

Bahá'u'lláh, Palabras Ocultas,, del persa, No. 44

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