¿Creen los bahá'is en el destino?

El destino es de dos clases: el irrevocable y el condicional o dependiente. El destino irrevocable es el que no puede modificarse o alterarse; el condicional es el que puede ocurrir o no ocurrir. Por ejemplo, el destino irrevocable de esta lámpara es que el aceite arda hasta consumirse. Por tanto, la extinción de la lámpara responde a un decreto imposible de alterar o cambiar, ya que se trata de un destino irrevocable. De la misma manera, en el cuerpo del hombre existe un poder vital cuya extinción comporta necesariamente la destrucción del cuerpo. Cuando el aceite de esta lámpara se consuma y agote, la lámpara indudablemente se habrá extinguido.

En cambio, el destino condicional es comparable a la situación que se da cuando la lámpara, quedando todavía aceite, se apaga por efecto de una ráfaga de viento. Este es un destino condicional. Lo sabio es evitarlo, protegerse de él, ser precavido y prudente. Sin embargo, el destino irrevocable es como la extinción del aceite de la lámpara: no puede ser alterado, cambiado ni detenido; sino que debe suceder. Lo inevitable es que la lámpara se extinga.

‘Abdu’l-Bahá, Contestación a Unas Preguntas

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Página licencia: CC BY-NC-SA 3.0

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