Así, marido y mujer se benefician de la afinidad, están unidos y armonizados, como si fueran una única persona. A través de su mutua unión, compañerismo y amor se ven grandes resultados en el mundo, tanto materiales como espirituales.

El resultado espiritual es la aparición de la prosperidad divina. El resultado material son los niños que nacen en la cuna del amor de Dios, que reciben su alimento del pecho del conocimiento de Dios, que son criados en el seno de la dádiva de Dios, y que se fomentan en regazo del adiestramiento de Dios. Tales niños son los referidos por Cristo: “¡En verdad, ellos son los hijos del Reino!”

‘Abdu’l-Bahá, Tablets of ‘Abdu’l-Bahá v3, p. 605 (traducción de cortesía)

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