¿Tiene la humanidad poderes más allá de las limitaciones de la naturaleza?

Si aceptamos el supuesto de que el hombre no es más que una parte de la naturaleza, nos confrontamos con una aseveración ilógica porque ello equivale a proclamar que una parte puede estar dotada de cualidades ausentes en el todo. Pues el hombre que es una parte de la naturaleza posee percepción, inteligencia, memoria, reflexión consciente y sensibilidad, en tanto la propia naturaleza se halla privada de ello. ¿Cómo es posible que la parte esté en posesión de cualidades o facultades ausentes en el todo? La verdad es que Dios le ha dado al hombre ciertos poderes sobrenaturales. ¿Cómo puede el hombre considerarse entonces cautivo de la naturaleza? ¿No está él, cada vez más, dominando y controlando la naturaleza para su propio uso? ¿No es él la divinidad misma de la naturaleza? Dijimos que la naturaleza es ciega, no es preceptiva, que no tiene voluntad y que no está viva, y luego, ¿relegar al hombre a la naturaleza y a sus limitaciones? ¿Cómo podemos contestar esta pregunta? ¿Cómo probarán y sostendrán los materialistas y los académicos ateos tal suposición? En realidad, ellos mismos subordinan las leyes naturales a su propio deseo y propósito. La prueba es concluyente, en el hombre existe un poder más allá de las limitaciones de la naturaleza, y ese poder es el don de Dios.

‘Abdu’l-Bahá, The Promulgation of Universal Peace, p. 17

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