Bahá'u'lláh nos dice que el prejuicio en sus diversas formas destruye el edificio de la humanidad. El Mensajero Divino nos ordena que descartemos todo tipo de prejuicio de nuestra vida. Nuestra vida exterior debe manifestar nuestras creencias. El mundo debe ver que, independientemente de cada capricho pasajero o uso corriente de la generalidad de la humanidad, el bahá'í vive su vida de acuerdo con los principios de su Fe. No debemos permitir que el miedo al rechazo por parte de nuestros amigos nos desvíe de nuestro objetivo de vivir la vida bahá'í. Hagamos un esfuerzo por borrar de nuestra vida hasta el último vestigio de prejuicio, ya sea de raza, religión, política, económico, nacional, tribal, de clase, cultural, o el que se basa en las diferencias de nivel educativo o edad. Nos distinguiremos de nuestros asociados no bahá'ís cuando nuestra vida sea adornada con este principio.

La Casa Universal de Justicia, Messages from the Universal House of Justice 1968-1973, p. 99 (traducción de cortesía)