Pero él, volviéndose y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro, diciendo: ¡Quítate de delante de mí, Satanás: porque tú no pones las cosas que son de Dios sino lo que es de los hombres. Marcos 8:33

Jesús les respondió: ¿No te he escogido doce, y uno de vosotros es diablo? Hablaba de Judas Iscariote, hijo de Simón, porque él era lo que le iba a entregar, siendo uno de los doce. Juan 6:70-71

Pedro y Judas Iscariote claramente no son Satanás o el diablo en persona. Aquí Jesús identifica a Pedro, Su discípulo más importante, como Satanás, con una "S" mayúscula cuando está del lado de los hombres y no Dios. Por lo tanto, Satanás debe ser un título simbólico por estar del lado de los hombres contra Dios, ya que Jesucristo funda su Iglesia sobre Pedro y le da las llaves del reino de los cielos (Mateo 16:19). De lo contrario la Iglesia cristiana se fundamenta en Satanás, que decide quién entra en el reino de los cielos.

La realidad que subyace en esta cuestión es que el espíritu del mal, Satán o sea lo que fuere interpretado como maligno, se refiere a la baja naturaleza del hombre. Esta baja naturaleza es simbolizada de varias formas. En el hombre hay dos expresiones: una es la expresión de la naturaleza; la otra expresión del reino espiritual. […] Dios jamás ha creado un espíritu maligno; todas esas ideas y denominaciones son símbolos que expresan la mera naturaleza humana o terrenal del hombre.

‘Abdu’l-Bahá, La Promulgación de la Paz Universal, p. 292